La idea para el proyecto fue convertirme en un mexicano perdido en México literal y no simbólico, y expandir el radio geográfico de los sitios de creación de mis fotografías. Nociones infantiles de exploración mezcladas con actitudes quijotescas permearon las primeras búsqueda urbanas.
No había escrito mucho al respecto hasta ahora. Achaco la causa a un cansancio crónico que bloquea ideas para la práctica escrita, y a qué he estado ejecutando sin pausa para la reflexión. Hasta ahora puedo exponer hechos y reflexiones que el proyecto me ha provisto.
La primer afirmación que puedo hacer es que el proyecto hace que conozca mejor la ciudad, o mejor dicho, las ciudades del valle de México, esta inacabable urbe que con un par de vueltas erróneas genera una sensación de perdidez desesperanzadora. Ahora presumo que sé ir y regresar sin ayuda de aplicaciones a Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Tepotzotlán, Chalco, Cuautitlán, Tultitlán, Chilmalhuacan, Ciudad Nezahualcóyotl, y Santa María Tonanitla. He visitado alcaldías, municipios y colonias en repetidas ocasiones, ya que las calles que conforman el proyecto suelen estar agrupadas, cercanas entre sí. Cuando comencé el proyecto decidí que registraría las calles sólo durante el día que representan, así que muchas veces paso por otras calles que podría fotografiar aprovechando el viaje, facilitando así todo. Sin embargo, esto tendría dos aspectos negativos. Primero, impediría que el negativo de la imagen fuera impregnado con la energía del día mismo, destruyendo así el aspecto metafísico de este acto (los granos de plata de cada imagen deben ser activados por la energía del día en cuestión). Segundo, esto hubiera imposibilitado la familiaridad que ahora siento con varias zonas como consecuencia de múltiples visitas. Repetir rumbos lejos de generar hastío, ha generado una sensación de familiaridad y hasta apego sentimental. La ciudad siempre se nos presenta desconocida, así que es reconfortante repetir un rumbo y poder decir he estado aquí antes.
La visora de portafolios holandesa estaba cansada. Era la última sesión de visionado y aunque para mí eran las doce del día, para ella eran las 7 PM. Se notaba que la energía era baja, y se esforzó por tener algo que decir acerca el proyecto. Por un lado, reconoció lo complicado de recorrer Ciudad de México en bicicleta, para agregar que las imágenes fallaban en transmitir la vastedad (mi palabra no suya) de la experiencia. De todos modos, de manera cordial, dijo que había sido una buena sesión para terminar su día de visionados vía zoom.
Hoy intenté algo distinto. Puse la cámara sobre el cuadro de la bicicleta, nivelándola con hule espuma y asegurándola con cinta azul y playo. Esta cámara en particular tiene un respaldo que ofrece la opción de hacer fotografías por intervalo. Desde los primeros días en los que empecé el proyecto he querido registrar de cierta forma los trayectos más allá de su registro cardinal mediante GPS. Hice un par de intentos utilizando una GoPro pero no me satisfizo su nitidez. Lo que hice hoy refiere al inicio de Down by Law de Jim Jarmusch donde vemos trayectos por calles de Nuevo Orleans en blanco y negro tomados desde un coche en movimiento. La justificación narrativa de estas tomas es que señalan la distancia que hay entre los dos personajes que coincidirán en la celda de la prisión donde serían injustamente arrestados después, esto a la vez de presentar aspectos de la vida en el Nuevo Orleans de los 1980’s.
Cada foto que conforma el proyecto es ante todo un testimonio de salud. Ahora que llego oficialmente a la middle age la salud se erige como la condición de ser que provoca más agradecimiento. Llevo ya meses sin incidentes, y casi un año de mi único accidente en Calzada San Esteban regresando de Naucalpan. En un domingo tranquilo, me dejé llevar por la bajada que va de San Esteban hacia el toreo Cuatro Caminos, animado por una camioneta de transporte público que me dio el paso sacando la mano de la ventanilla izquierda, para acabar atropellando a ese hombre que me hizo volar por los aires y golpear el pavimento con fuerza. Esta persona desapareció entre los puestos del paradero y nadie me ofreció ayuda. Al estar volando sentí un tronido en la espalda y esperé lo peor. A un año del incidente agradezco estar bien. Incluso la racha de ponchaduras que me alejarán permanentemente de usar llantas Continental (me quedaré con las armadillo de Specialized) terminó. Hubo unos meses en los que tuve que regresar de Tultitlán, Ecatepec, y Tlalnepantla en Uber por usar llantas Continental imposibles de quitar. No más.
Horas y horas en la calle, absorbiendo información urbana para intentar comprenderla. La ciudad se presenta siempre más compleja, vasta, e inasible de lo que cualquier persona puede procesar. Los habitantes de la megalópolis dedicamos un esfuerzo importante por excluir (editar) todo lo que presenciamos en nuestra cotidianeidad.
La megalópolis tiene anillos concéntricos como lo de los árboles, y conforme se avanza por ella, se pasa a distintos niveles de movilidad, status socioeconómicos, infraestructura, y atractivo visual. Esto no es el típico movimiento de centro-suburbio-periferia-semirural-rural que casi toda ciudad presenta. En la Ciudad de México hay altibajos crestas, valles, y precipicios de los elementos presentados. La ciudad tiene múltiples centros y ninguno a la vez, es un conglomerado de espacios distintos que simplemente se fusionaron por la expansión poblacional y económica con zonas grises en los límites divisionales de alcaldías y municipios, y espacio yermos que albergan proyectos de infraestructura que o sirven a millones de habitantes o que no sirven para nada. Cada espacio recibe a los visitantes con algún monumento distintivo (Guerrero Chimalí, Coyote de Neza, Arco de Cuatitlán, Quetzalcoátl de Tlalnepantla, efigies de Morelos de Ecatepec, etc.)y para encontrar los primeros indicios de ruralidad se deben recorrer entre 25 y 40 km. del centro de la ciudad. Una de las conclusiones principales que el proyecto arroja es cómo la ciudad contiene múltiples niveles de ciudadez, o sea, contiene espacios y rincones que van desde lo más denso y lleno, hasta espacios muertos; contiene rincones casi rurales y sitios que calificarían para todos los niveles de denomananción urbana (congregación, pueblo, villa, ciudad), así como jerarquías económicas que van desde lo opulento hasta lo más precario. Todo está aquí.
No sé la razón detrás de la nomenclatura de más de la mitad de sitios que he registrado.
Los sitios que visito para el proyecto están con frecuencia agrupados en colonias que tienes varias calles con nombres de fecha en conjunto. La colonia 19 de septiembre en Ecatepec tiene las calles que conmemoran del primero al veintiuno de septiembre ubicadas en cuadras contiguas. El año pasado durante el tradicional tianguis navideño mataron a una persona en pleno tianguis. Nunca he tenido problema alguno en mis excursiones a la colonia, mi percance más grande fue una mujer que me increpó y preguntó que qué hacía ahí y que porqué estaba tomando fotos, ella desde una camioneta de lujo, en la calle 7 de septiembre. De ahí en fuera todo ha transcurrido sin novedad.
Visualmente, el proyecto es un homenaje al block de construcción y a la piedra desnuda. En este país cada piedra es un altar.
Sería una omisión criminal no comentar la influencia de Paul Auster en el proyecto. ya he escrito extensivamente de Auster en otras ocasiones, y sólo me queda señalar la página 81 de la trilogía de Nueva York, donde Daniel Quinn (inspirado en Don Quijote) empieza a mapear la ciudad.
Todo bien, no se trata de hacer algo precioso, el punto es cumplir con la peregrinación, cumplir con la manda con la que disfrazo mi compromiso con el proyecto. Es una manda en nombre del arte conceptual. Es cumplir a pesar del clima, tráfico, y cansancio. Es incluir los movimientos corporales del autor como un elemento de la obra, es expandir el mapa donde sucede la producción de arte en la ciudad. Es descubrir lo que ya existe y que no está siendo apreciado.
Ahora he tenido ya instancias exitosas de fotografías de intervalo en analógico y digital, y acercamientos al registro en video más satisfactorios, pero de todas maneras la ciudad se presenta irrepresentable, ningún acercamiento le hace justicia a su vastedad y a su presencia física. Comienzo a pensar que la ciudad, esta ciudad, es más sonora que visual.